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Ingredientes: 1 congrio colorado grande, limpio, desollado, cortado en postas de unos 4 centímetros; cola, espinas y cabeza apartadas, media cebolla, 1 zanahoria chica, un trozo de apio, 1 hoja laurel, pimienta en grano. Aceite de oliva,1 cebolla, 2 diente de ajo, 4 tomates perita, sal, pimienta, crema de leche. 3/4 de camarones grandes, o langostinos (*), crudos y pelados. Vino blanco seco. 

El desollado se hace colgando el congrio de la cabeza a un gancho, marcando la piel a la altura de las agallas y timándola hacia la cola, como dice el Poeta, sacando la blanca carne de un guante.(**)
Prepare un caldo de pescado poniendo en una cacerola mediana un litro de agua, la cabeza, la cola y algunas aletas del congrio, la media cebolla, la zanahoria, apio, pimienta en grano, poca sal. Deje hervir moderadamente unos veinte minutos. Apartar y colar.

 

Preparación - Emplee una cacerola de fondo bien ancho, vierta 4 cucharadas de aceite de oliva, agregue los ajos picados y la cebolla cortada y rehogue suavemente hasta transparentar y contemporáneamente tenga 'color de oro'. Póngale una hoja de laurel. Acomode las postas del congrio salpimentadas en el fondo, selle de un lado y délos vuelta. Espere unos minutos y vierta le medio vasito de vino, deje evaporar. Sume el tomate sin piel y sin semillas cortado en cubitos y un cucharón de caldo de pescado. Tape la cacerola y cocine alrededor de unos 8 minutos, añada los camarones 3 minutos más. Agregar 150 cc. de crema, y siempre sobre fuego zarandee la cacerola para que se incorpore formando una salsita homogénea. Lleve a la mesa en el mismo recipiente para que 'lleguen recién casados los sabores del mar y de la tierra para que en ese plato tú conozcas el cielo'.¿Y con el caldo remanente? Hágase una sopita con arroz o cabello de ángel... ¡sin queso!

 

(*) Es conveniente extraer del langostino la parte del sistema digestivo situado en el dorso mediante una incisión a lo largo con un cuchillito filoso y lavando bien.

(**) Como no se pretende que usted haga de 'desollador', el pescadero puede acondicionar el congrio, primero sacando las vísceras, luego cortando la cabeza, extrayendo las agallas (cuidado que puede contener el anzuelo, pues la mordida del congrio puede cortar la línea, si de tal manera fue pescado) y partiéndola longitudinalmente. Corta aletas y cola. Sigue haciendo una incisión a lo largo en el dorso en ambos lados de las espinas dorsales y tira de una punta todo el cordón. Así por el lado de la panza. Corta en trozos más o menos anchos según el destino culinario, angostos si son para freír , anchos si son para caldillo o sopa d pescado.

Si quisiera engordar este plato para que sea aún más completo, entre el rehogado de la cebolla y el agregado de las postas de congrio, forme una cama con papas cortadas en rodajas o trozos y deje cocinar hasta que estén casi tiernas. Continúe con el pescado,  etc..

 

Y si quisiera disfrutar totalmente de esta receta, no se pierda de leer la 'Oda al caldillo de congrio' de nuestro gran poeta americano, Neftalí Reyes Basoalto, devenido Pablo Neruda.

El caldillo de congrio

 

La universalidad de Pablo Neruda, poeta chileno y premio Nobel, hace que el caldillo de congrio, receta poética que integra Odas Elementales, es requerido a menudo por los visitantes de este sitio. Mi receta quiere ser lo más coherente posible con la descripción que hace el vate por exigencia poética, cambiando apenas el orden de algún ingrediente por exigencia culinaria.

El Caldillo de Congrio

En el mar 
tormentoso 
de Chile
vive el rosado congrio,
gigante anguila
de nevada carne.
Y en las ollas
chilenas,
en la costa,
nació el caldillo
grávido y suculento,
provechoso.

Lleven a la cocina
el congrio desollado,
su piel manchada cede
como un guante
y al descubierto queda

entonces
el racimo del mar,
el congrio tierno
reluce
ya desnudo,
preparado
para nuestro apetito.

Ahora
recoges
ajos, 
acaricia primero
ese marfil
precioso,
huele
su fragancia iracunda,
entonces
deja el ajo picado
caer con la cebolla
y el tomate
hasta que la cebolla
tenga color de oro

Mientras tanto
se cuecen
con el vapor
los regios
camarones marinos
y cuando ya llegaron
a su punto,
cuando cuajó el sabor
en una salsa
formada por el jugo
del océano
y por el agua clara
que desprendió la luz de la cebolla,
entonces
que entre el congrio
y se sumerja en gloria,
que en la olla
se aceite,
se contraiga y se impregne.

Ya sólo es necesario
dejar en el manjar
caer la crema
como una rosa espesa,
y al fuego
lentamente
entregar el tesoro
hasta que en el caldillo
se calienten
las esencias de Chile,
y a la mesa
lleguen recién casados
los sabores
del mar y de la tierra
para que en ese plato
tú conozcas el cielo.

 

Pablo Neruda

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