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El Imperial Ruso

En una Argentina de los primeros años del Novecento, cuando cualquier inmigrado podía hacerse la ‘América’ con sólo apelar a su propia audacia, Cayetano Brenna, uno de los tantos italianos llegado al País, en el 1904 había ya comprado la esquina de Callao y Rivadavia y más tarde los dos lotes adyacentes donde decide construir su famosísima confitería con todo traído de Italia, por supuesto: mármoles, vitrales, carpintería, herrajes de bronce, cristalería, etc.  Con una grandiosa inauguración en 1917, la confitería abrió sus puerta y con la creación del postre, llamado Imperial Ruso por el mismo dueño. El edificio mismo fue emblemático de la ciudad de Buenos Aires, era uno de los más altos de su tiempo. Los personajes del arte, del espectáculo y la política ocuparon sus robustas mesas para el debate, la aparición, el reconocimiento…  Una extrapolación de la Belle Époque que el mismo Brenna puso fin en 1938 con su muerte.

El lugar pasó a mano de otros: Varese hasta el ’50, Antonio Armentano hasta el ’78. Desde aquí la globalización se adueño de negocio un año después, pues fue comprado por un ‘grupo’ de audaces tardíos o tecnócratas de la quiebra. Los nietos quisieron ir al rescate con comida prestada por Don Mac, pero, ¿y el estilo? Don Mac, otra vez, salió ganando, gracias a los seguidores que, en este caso no eran americanos, sí, argentinos y porteños. El acta de cierre la cuenta un día de 23 de febrero de 1997.

 

El Imperial Ruso, en esencia es un postre muy sencillo: merengue relleno con crema de manteca y alguna fruta.

Mi primera novia y más tarde madre de mis hijos me colmaba la paciencia con su constante búsqueda del Imperial Ruso: comía imperial, regalaba imperial, alababa ese postre, y a mí, me gustaba poco. No obstante…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ingredientes – Para el merengue: 5 clara de huevo, 250 gramos de azúcar, 25 gramos de maicena, jugo de medio limón. Para el relleno: 400 gramos de manteca, 300 gramos de azúcar impalpable, 3 yemas, 30 cc de kirsch, gotas de esencia de vainilla, 200 gramos de almendras procesadas fina.

 

Preparación – Merengue: batir las claras al máximo e incorporar de a poco el azúcar impalpable. Luego el almidón de maíz, la vainilla y el polvo de almendras. Rellenar una manga con el merengue y sobre una placa untada con manteca y forrada con papel formar superficies redondas o rectangulares. Hornear durante tres horas a temperatura suave hasta que se noten sequitos y duros. Para regular la temperatura puede abrir algo la puerta del horno.

Crema: batir la manteca a temperatura ambiente con el azúcar impalpable, luego, incorporar las yemas, algunas gotas de esencia de vainilla y el kirsch, siempre batiendo. Enfriar en heladera esta preparación.  

Armado: Sobre una bandeja redonda o rectangular según la forma de los merengue, colocar un estrado de relleno y pegarle el primer merengue, rellenar la superficie, cubrir con otro merengue y terminar cubriendo también la parte superior. Decorar con frutas de estación. 

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